21 de Octubre, 2005
CHC: Carrillo Honoris Causa.
Como es natural, y lo hago sólo para contentar a aquellos que necesitan una crítica explícita de algo para entenderte, condeno los actos de violencia que acompañaron el día de ayer la investidura de Santiago Carrillo como Doctor Honoris Causa por la Universidad Autónoma de Madrid. Ver a jóvenes con banderas preconstitucinales gritando "¡Viva Franco!" con el brazo derecho en alto (sólo les faltó la "camisa nueva") me pone de muy mal humor, porque me hace plantearme la veracidad esa de que el hombre es un ser evolucionado. Si somos capaces de dejarnos "sectarizar" así...
Pero no es acerca de las agresiones sobre lo que voy a disertar más o menos hoy. No.
Me voy a detener más bien en el hecho del nombramiento en sí.
Algunos han dicho que es una provocación. Que es parte de la estrategia zapaterística para retrotraernos a ambientes guerracivilistas. Dicen además que Zapatero vive como si a su abuelo lo hubieran fusilado anteayer y clamara venganza contra los españoles por la Transición perdonadora.
Otros han dicho que de eso nada, que Carrillo se merece eso y más. Y que los primeros que reabren las heridas no son los socialistas, sino que, por ejemplo, hay editoriales publicando libros que son cuando menos curiosos (léase piomoanos) desde hace tiempo. Libros que incluyen apologías del Caudillo que en Alemania (hablando de "su" caudillo) serían consideradas delito.
Lo de siempre, la culpa del otro.
Y aunque yo esté más de acuerdo con los segundos que con los primeros, creo que todo admite matización.
Que Carrillo jugó un papel importante en la transición es conocido. Que en el pasado cometió actos delictivos que se solucionaron con la amnistía, también (no, no hablo de Paracuellos porque sobre eso hay mucha paja pero poco grano, y las cifras bailan entre 2.000 y 10.000 muertos, y no, no es lo mismo en una guerra. De todas formas, para que todos queden satisfechos, a mí lo de Paracuellos me parece una barbaridad inhumana, sean quienes sean sus autores). Que ha sido nombrado Doctor Honoris Causa por una Universidad, noticia.
Ahora lean las dos líneas anteriores cambiando Carrillo por Fraga y explíquenme por qué todo este revuelo.
Que las razones para el reconocimiento de Carrillo son difusas (por esas razones se lo deberían haber dado a todos los españoles) es un dato, pero igualmente creo que las razones para dárselo a Fraga serían igual de transparentes (por lo extraño). Es decir, yo critico el hecho por la politización que supone, no por el hecho en sí.
Me da la impresión, que como tal es subjetiva por naturaleza, de que lo que de verdad molesta es la oportunidad y el signo.
Me explico: En este ambiente enrarecido de la política en que vivimos, propiciado por unos que critican hasta el color de las servilletas del Congreso, propiciado por otros que mientras critican que les critiquen sólo hacen eso: criticar (hasta parecer a veces que son sólo oposición de la oposición), por los primeros que se enfadan de que sus críticas importantes caigan en saco roto ("que viene el lobo" y ya nadie los creyó...), por los segundos que aprovechan ese victimismo para recordar la soledad de la oposición, que si ahora te nombro a Carod, que si ahora a Aznar y al Prestige, que si ahora yo... se decidió otorgar a Carrillo una distinción. Cuando los ánimos de algunos aún estaban calientes por la retirada de estatuas con un burro y un caballo con nocturnidad, premeditación y alevosía (de las cuales me alegro en el fondo, pero no en la forma: mejor con luz, taquígrafos y retratos de los que se manifiestan en contra, y apoyo de los que a favor), cuando hay cruzadas por hacer retroceder los límites de la Guerra Civil al '34, al '30 o hasta el hombre de Atapuerca, cuando una parte de la sociedad crispa y enciende ánimos porque tienen un mal perder... Cuando se dan esas premisas no es conveniente, según ellos, encender mechas ya apagadas. Pues mira, no. Porque cuando Fraga fue investido Doctor Honoris Causa nadie intentó pegarle ni aparecieron (si alguien me desmiente, lo destierro!!!) con banderas republicanas a recordarle las sentencias de muerte que firmaban los gobiernos de los que él formaba parte. Eso se olvidó en la Transición. Pero a Carrillo no se le ha olvidado. Es que es de los otros. Es de otro signo. No creo que nadie deba dejar de hacer algo o hacerlo a propósito sólo porque a un grupo de exaltados se vayan a molestar. Es lo mismo que decía Aznar, en lo poco que ambos compartíamos: no hay que dejar que los violentos marquen ni las agendas ni los actos.
Dicho esto, ¿se merece Carrillo esto y más? Y me refiero al reconocimiento, no a los insultos. Hombre, yo que sé...
Por un lado, creo que si de verdad se quieren cerrar heridas es mejor un discurso "hacia adelante", aceptando lo que hay: que en la Transición se perdonó todo y que qué vamos a hacer. Que hay que mirar al futuro y dejarse de guerras de hace 60 años y transiciones de hace 30.
Pero luego por otro lado pienso que eso sería totalmente injusto, porque mientras unos, los victoriosos, tuvieron cuarenta años de reconocimientos a su bando, con la llegada de la democracia hubo otros patriotas que se quedaron sin él, o al menos sin uno en condiciones. Y sobre eso es bastante difícil construír una reconciliación nacional de verdad. Porque los que perdieron la guerra, los que se fueron, aceptaron las leyes de punto final como una oportunidad de volver a su vida usual y a la normalidad política democrática que creían perdida. Mientras, los otros (los afectos al régimen) vieron su oportunidad de sumarse al carro de lo menos malo (la democracia) sin tener que dar expicaciones. Y mientras los primeros están agradecidos, y no hacen mucho ruido recordando que gente que vive cerca delataba y fusilaba, los segundos ponen el grito en el cielo cada vez que se intenta reconocer algo a uno de los primeros. Y mientras, los que ni lo uno ni lo otro, los que sentimos una gran pena por la Guerra y la dictadura, los que entendemos que fue necesario tapar heridas con papel higiénico (tapan mal, pero al final curan, y no había un botiquín a mano) para no desangrarse por su culpa, los que no lo vivimos pero tenemos una idea al respecto, nos preguntamos hasta cuándo.
Las leyes de silencio, que son más respetadas por las víctimas que por los verdugos de la dictadura. Qué digo, son más respetadas por las víctimas que por aquellos que dicen representar a los verdugos convertidos en víctimas por la desmemoria (porque de entre esos que chillaban "Asesino", pocos eran verdugos franquistas, no por falta de ganas, sino por falta de años).
Es cierto que abuso del nombre de Fraga en este intento de comentario sesudo, pero lo cierto es que como yo lo veo, tras la Transición ambos están en la misma situación. Borrón y cuenta nueva. Aunque Carrillo fuera culpable de Paracuellos, la doble vara de medir se me hace injusta, y si olvidamos lo que unos hicieron, olvidemos lo que otros pudieron haber hecho (o no, como diría Rajoy). Y si no queremos olvidar, si creemos que hace falta saber y culpabilizar, hagámoslo con todos.
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Por judas - 21 de Octubre, 2005, 20:50, Categoría: Política: Nacional
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Aznar es una pandemia.
No lo digo yo, sino que interpreta el palimpsesto que lo dice Rajoy. Muy entretenido.
De todas formas, creo necesario dejar patente mi preocupación como matemático de que una figura, aunque sea la de Aznar, se multiplique "por infinito". No sé si lo que propone Rajoy es que Aznar debería convertirse en un fractal o en un infinitésimo.
De todas formas, no creo que hagan tallas de ropa 40*infinito, así que si Rajoy tiene dotes de vidente, me temo que la próxima va a ser un Aznar en bolas de tamaño descomunal.
Como el lector verá, mi aprecio por el señor Aznar tiende a cero con el paso del tiempo, y partiendo de un valor ya bajo de principio. Sin embargo, me acojo a mi derecho de caricatura.
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Por judas - 21 de Octubre, 2005, 14:36, Categoría: Política: Nacional
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