Hoy ha sido un día de sorpresas.
Estaba yo trabajando alegremente, sumido en mi estrés característico, repartiendo pedidos a diestro y siniestro. De repente, una vieja amiga ha entrado al local. A veces viene a encargar comida, y siempre me intereso por su vida. Es una gran amiga, de esas que por mucho que pase el tiempo siempre tiene tema de conversación.
La primera sorpresa ha llegado en sus manos: me ha devuelto un libro que le presté hace ya 7 años. El libro en cuestión es 1984, de George Orwell. Es el autor de Rebelión en la granja, aunque en mi opinión éste es su mejor libro. Os lo recomiendo a todos. Es un texto que es capaz de sumirte en el más profundo desasosiego, de dejarte noches sin dormir, de atraparte en su atmósfera claustrofóbica y totalitaria. Un lujo, vamos.
La segunda sorpresa ha llegado dentro del libro. Al final, en la última página, se encontraba un texto que otra amiga me escribió, o escribió a secas para mí aunque no tratando sobre mí. Es un texto muy especial, y me ha hecho mucha ilusión verlo, sobre todo porque no recordaba su existencia. La persona que lo redactó es una de esas que siempre se recuerdan y que nunca se olvidarán, a pesar de que dejó este mundo en pleno apogeo de su adolescencia, en el momento en que más falta me hacía. Pero las cosas son como son, y ni yo ni nadie puede cambiar el pasado.
Os copio aquí su maravilloso poema. Espero que os dé qué pensar. A mí me llena de recuerdos agridulces, pero no pienso prescindir de su presencia. Nunca podria.
Destino tardío.
No viste la luz, ni sabes el color del aire Caíste del color de la tierra y nadie lloró por ti No te puso nombre, ni por ti sufrió pena Los ojes nunca se abrieron y voló la sangre ¿Se quedó el alma en el vientre donde nadie puede herir? ¿Acaso en lo oscuro está tu latido? ¿Dónde quedó tu voz, dónde tu suspiro? ¿Dónde está el pensamiento de lo que no es conocido? ¿Alguna vez lloraste en el silencio infinito? Nunca despertarás aunque sangren los dedos llorosos Aunque se rompan los dientes gritando no podrás levantarte Yacerás eternamente en la oscuridad que siempre viste Mis flores se marchitarán y lloraré sobre tu cuerpo mustio Gritaré a ciegas tu nombre inexistente Se mezclarán mi sangre con tu tierra mas nunca podré verte
-Caed rocas desgajadas sobre mí, aplastadme y llevaos mi dolor Romped uno a uno mis cabellos, llamad a la blanca muerte que me acompañe en mi plañir Hacia las simas para buscarte, para al fin reunirme contigo, para que cese mi llanto, pequeño...
Secaos las lágrimas: la vida sigue...
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